Hillary recibe más apoyo republicano

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Espantados con Donald Trump, cada vez más republicanos deciden darle la espalda públicamente, y algunos incluso han anunciado que votarán por la candidata demócrata Hillary Clinton en la elección presidencial de noviembre.

La lista incluye a legisladores, funcionarios de antiguos gobiernos republicanos, figuras retiradas, donantes, empresarios, estrategas y comentaristas. La deserción se ha ampliado desde las convenciones partidarias, a fines de julio, que marcaron un punto de quiebre en la campaña. Desde entonces, Trump ha caído en las encuestas y ha perdido apoyo, mientras que Clinton ha avanzado sin sobresaltos.

El último golpe a Trump lo asestó la senadora republicana de Maine Susan Collins.

«No voy a votar a Trump en noviembre», escribió Collins en una columna para The Washington Post. «Con el paso del tiempo, he estado cada vez más consternada por su constante corriente de comentarios crueles y su incapacidad para admitir errores o pedir disculpas», justificó.

Collins se sumó así a los 50 expertos en seguridad nacional que trabajaron en los últimos cuatro gobiernos republicanos y firmaron una carta contra Trump; otros ex funcionarios rechazaron al magnate, como Henry Paulson, ex secretario del Tesoro de George W. Bush; el congresista de Nueva York Richard Hanna, que anunció que votará a Clinton, y empresarios como Meg Whitman, una de las principales donantes y recaudadoras del partido.

Ayer, dos ex jefes de la Agencia de Protección Ambiental, William Ruckelshaus -el primer jefe de la agencia, con Richard Nixon- y William Reilly, decidieron respaldar a Clinton por la «profunda ignorancia» de Trump sobre la ciencia detrás de las leyes del país para proteger el medio ambiente, según un comunicado conjunto.

Los desertores republicanos tienen algo en común: están retirados o no compiten este año en las elecciones. Los republicanos que buscan su reelección, y sobre todo aquellos que enfrentan contiendas duras, como el senador de Arizona John McCain, han optado por ensayar un complicado -y, para sus críticos, hipócrita- equilibrio al brindarle su respaldo formal a Trump, sin dejar de criticarlo para despegarse de sus polémicas.

El éxodo responde más al pavor que provoca Trump que al entusiasmo que despierta Clinton. Son, sin ir más lejos, los dos candidatos más impopulares de la historia, y la mayoría de los norteamericanos cree que ambos son deshonestos.

Pero las encuestas muestran, consistentemente, una diferencia fundamental: la mayoría cree que Clinton tiene el temperamento, la capacidad y los conocimientos necesarios para ser presidenta y que Trump no está calificado para la Casa Blanca.

Clinton también encontró resistencia en su partido, pero luego de las convenciones ha logrado arriar mejor a los demócratas detrás de su candidatura. La última encuesta de The Washington Post y la cadena ABC reveló que el 92% de los demócratas la apoya, una cifra superior a la de los sondeos anteriores a las convenciones. Por el contrario, Trump tiene un apoyo más bajo (entre 79 y 83%, según el sondeo) e idéntico al que tenía antes de las reuniones partidarias. Otros dos datos favorables a Clinton: en tres de las últimas encuestas obtuvo un apoyo del 50% o superior, un nivel inédito en la campaña, y aparece bien parada en dos estados que los demócratas no han ganado en una elección presidencial en décadas: Arizona y Georgia.

Otra polémica frase de Trump

Donald Trump quedó envuelto en otra polémica al parecer sugerirles a los defensores del derecho a portar armas que actuaran en contra de Hillary Clinton. La frase del magnate generó una ola de repudio en Twitter, donde se interpretó que incitaba a la violencia contra la demócrata. Un vocero de Hillary dijo que la declaración había sido «peligrosa». La campaña de Trump señaló que se refirió al «poder de unificación», sin aclarar del todo sus dichos.

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