La economía compartida, ¿Es compartida?

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Hace apenas 10 años, si una persona quería aprender otro idioma no tenía más remedio que pagar un curso o un tutor en las cercanías de su casa; hoy día con solo unos clicks puede contratar en Preply a un hablante nativo del idioma buscado, a miles de kilómetros de distancia. Gracias a lo que se conoce como economía compartida o colaborativa actualmente es posible encontrar personas dispuestas a intercambiar su conocimiento, sus habilidades, su automóvil, su tiempo o hasta su vivienda por un pago asequible, a través de los servicios de conexión persona a persona (P2P) que ofrecen plataformas digitales especializadas.

Pero en realidad, esta nueva modalidad del intercambio va más allá. Originalmente nacido de la comunidad de código abierto para referirse a la compartición entre pares de acceso a bienes y servicios, el término se utiliza a veces en un sentido más amplio para describir cualquier transacción de ventas que se realizan a través de mercado en línea, incluso los que son de negocios a consumidor (B2C) en lugar de P2P.

Esta modalidad de intercambios comenzó como una combinación extraña entre la vibra altruista hippie de los 60, con la techie de los millennials. No es casualidad que la economía compartida haya surgido en San Francisco, cuna de ambas tendencias. El nuevo modelo de negocios apoyado en plataformas digitales parecía llenar esa ecuación: redes sociales que apalancan la utilización de recursos sub-utilizados, en provecho de la comunidad.

El efecto económico de la economía compartida tiene la potencia económica de un tsunami, que ha afectado virtualmente todas las industrias de consumo al detal. Esta revolución no se reduce sólo a Uber o Airbnb, acaso los dos íconos que encabezan la lista de plataformas colaborativas exitosas; hay una diversidad enorme de empresas en diversas industrias. Este modelo de negocios se ha viralizado rápidamente hacia otros mercados: transporte compartido entre ciudades (Blablacar), experiencias de viaje (TripAdvisor), contactos profesionales (Linkedin), conocimientos a través de tutorías (Preply), casas y cuartos (Airbnb, HomeAway), fondos (DirecTo, Crowdfunder) e incluso, el tiempo para hacer encargos (TaskRabbit, Gigwalk).

Hay también plataformas especializadas para la venta de artículos específicos como los boletos de espectáculos, e incluso reventa de boletos (StubHub). En Estados Unidos, el 50% de los adultos dice haber comprado artículos usados o de segunda mano a través de plataformas digitales (Etsy o Craigslist). Existen plataformas para todo lo imaginable: desde compartir grupos de afición (Meetup), aprender un idioma (Duolingo), buscar pareja (Tinder), hasta para pasear el perro del vecino (Barkly).

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