Los inversionistas no esperan un milagro en Argentina

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Los inversionistas prevén que, al margen de quién emerja como ganador de las elecciones del domingo en Argentina, no habrá una pronta resolución para el largo enfrentamiento de ese país con los acreedores o una rápida recuperación de la inversión extranjera.

Los analistas políticos prevén, sin embargo, que un cambio de régimen podría conducir a la resolución de la batalla de 14 años entre el gobierno y los fondos de cobertura estadounidenses que ha virtualmente cerrado el acceso del país sudamericano a los mercados de capitales internacionales, y en el proceso comprimido sus reservas de moneda fuerte.

Para volver a ser atractivo para los inversionistas —que luego de las recientes turbulencias de la economía global comenzaron a replegarse de la deuda de las economías emergentes—, el país sudamericano deberá primero poner su casa en orden.

“Yo no comparto esa idea de que Argentina sólo tiene que resolver su problema con los holdout (los acreedores que no aceptaron el canje de deuda incumplida por nuevos bonos) y que entonces todo se va arreglar; el país tiene un desequilibrio fiscal masivo que está cada vez peor”, dijo David Hinman, gerente de cartera de Salient + Forward, que gestiona casi US$266 millones en deuda emergente.

Estimaciones no oficiales sitúan la inflación en torno a 27% anual. Argentina tiene un déficit de cuenta corriente desde 2011, y aunque un déficit equivalente a 1% del Producto Interno Bruto es pequeño en relación con otros países emergentes, el banco central ha tenido que reducir sus reservas de divisas para financiar esa brecha y apuntalar la moneda nacional. Al tipo de cambio no oficial, el peso se cotiza en mínimos históricos, con una depreciación de 15% respecto del dólar en el último año. Las reservas de divisas se han reducido de US$46.000 millones en 2011 a US$27.000 millones hoy.

Argentina no ha podido pedir prestado en el mercado global desde 2001, cuando se declaró en default sobre una deuda de cerca de US$100.000 millones. En 2005 y 2010 renegoció gran parte de esa deuda, pero no llegó a un acuerdo con un grupo de acreedores. Argentina no puede emitir nueva deuda porque las sentencias judiciales a favor de estos tenedores de bonos permitirían confiscar cualquier pago a nuevos acreedores.

“¿Puede Argentina salir al mercado?”, se preguntó Siobhan Morden, jefa de estrategia para América Latina de Jefferies, en una reciente mesa redonda organizada por la Asociación de Comercio de Mercados Emergentes. Morden dijo que no está claro si los inversionistas estarían interesados en comprar lo que el país tiene para ofrecer, incluso si Argentina conciliara con los acreedores y se le abrieran otra vez las puertas de los mercados internacionales de crédito.

El repliegue de los inversionistas ha deteriorado las condiciones crediticias para los mercados emergentes. La aversión al riesgo de aquellos ha puesto de relieve los retos que enfrentan muchos países emergentes debido a la creciente incertidumbre sobre la desaceleración global, la caída de los precios de las materias primas y las grandes cargas de deuda.

En el tercer trimestre de 2015, las salidas de capitales de los países emergentes superaron a las entradas en US$40.000 millones. En el mismo trimestre del año pasado, según el Instituto de Finanzas Internacionales, se registraron en cambio ingresos netos por US$61.000 millones.

“No es como 2013 cuando (los mercados emergentes) estaban emitiendo deuda” y los inversionistas la compraban toda, dijo Win Thin, jefe global de mercados emergentes de Brown Brothers Harriman & Co. en Nueva York.

Con rendimientos de los bonos soberanos de países desarrollados en “cerca de cero”, dijo Thin, los inversionistas estarán pendientes de si Argentina, después de arreglar con los tenedores de deuda, entra al mercado con rendimientos suficientemente altos. Muchos dicen que la resolución de ese conflicto llevará tiempo y que es poco probable que sea la prioridad del nuevo gobierno. Como mucho, esperan que Argentina vuelva e emitir deuda en el mercado de global en el segundo trimestre de 2016.

“Probablemente habría sido mejor arreglar esto antes”, dijo Peter Lannigan, jefe de estrategia de mercados emergentes de CRT Capital Group. “Han evitado una crisis, pero se les está acabando el tiempo. Si no recuperan acceso a los mercados, se van a quedar sin reservas”.

Con cuántas reservas contará realmente el nuevo gobierno, que debe asumir el 10 de diciembre, es una incógnita. El banco central ha estado perdiendo unos US$2.000 millones por mes.

Alrededor de US$11.000 millones de las actuales reservas son un préstamo a corto plazo de China. Otros US$3.000 millones son deuda con tenedores de bonos y US$8.000 millones son depósitos del sistema financiero local. Los importadores dicen que el banco central les debe alrededor de US$9.000 millones por mercancías ingresadas al país. De hacerse efectivas, estas acreencias afectarían el total de reservas. “En diciembre, ese número estará en cerca de cero”, dijo Juan Luis Bour, economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). Un portavoz del banco central no quiso hacer comentarios.

La recesión en Brasil, principal socio comercial de Argentina, agrava el panorama. El real brasileño se ha debilitado 32% este año, encareciendo las compras brasileñas de productos argentinas.

El Fondo Monetario Internacional prevé que la economía argentina se contraiga 0,7% el próximo año, y los analistas dicen que la inflación podría saltar a 35% si el gobierno devalúa el peso.

Durante el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner, la economía argentina floreció, gracias a los altos precios de las exportaciones de soya. Pero entre 2011 y 2014 el ingreso per cápita se contrajo 3,1%, la mayor caída en América Latina en ese período, según la consultora Orlando Ferreres & Asociados.

Según una reciente encuesta del FMI y el Banco Mundial, alrededor de 44% de los inversionistas cree que el nuevo gobierno argentino conciliará con los holdout, que están liderados por los fondos de cobertura NML Capital Ltd. y Aurelius Capital Management Ltd. En anticipación de un pago a los acreedores —que poseen bonos por US$1.700 millones—, los títulos de referencia de Argentina en dólares y con vencimiento en 2033 se han estado negociando por encima de sus pares.

Algunos dicen que la idiosincrasia de los bonos argentinos —que no cotizan en tándem con el resto de los mercados emergentes— los volverá atractivos para los inversionistas interesados en bonos con una historia de crecimiento, que no estén atados al sombrío panorama macroeconómico global.

“Creo que la comunidad internacional estaría encantada de darle la bienvenida a Argentina de nuevo al mercado”, dijo Jorge Mariscal, director de investigación de inversiones de UBS Wealth Management, que asesora a clientes por un total de US$2 billones.

Mariscal prevé que si el tema de los holdout se resuelve, los bonos argentinos comenzarán a operar a 400 puntos básicos sobre la tasa de referencia del bono del Tesoro de Estados Unidos, frente a los 600 puntos básicos de hoy en día.

Sin embargo, el experto dijo que ha estado recomendando a sus clientes que no compren bonos argentinos en default que cotizan en el mercado secundario antes de que haya indicios de que un nuevo gobierno pueda contener el gasto y corregir el tipo de cambio.

“Hay una gran cantidad de dinero esperando fuera del país. Argentina podría volver a ver un repunte en los precios de los bienes raíces y en el mercado de valores… esto podría suceder con bastante rapidez. Eso no significa que todos los problemas del país se resolverán de la noche a la mañana”, advirtió Mariscal.

lat.wsj

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