Un paraíso llamado Isla Moorea

Este pedazo de tierra de la Polinesia Francesa, al este de Oceanía, posee 133,5 kilómetros de paradisíacos paisajes naturales

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Moorea es la isla volcánica del Pacífico Sur que inspira los más hondos deseos de tomar vacaciones en un paraíso costero de idílicas playas donde también abunde la vegetación.

¿Les suenan las fotos, les parecen paisajes cercanos pese a no haberla visitado nunca?  Sucede que Moorea pertenece al grupo de las Islas de Barlovento, en la Polinesia Francesa, y allí se levanta una de las montañas más emblemáticas de las postales marinas que dan la vuelta al mundo: la línea de montañas que corona el Monte Tohiea sobre los 1,207 metros sobre el nivel del mar y próximo a este el monte Belvedere o Roto Nui.

Con su singular silueta de riscos puntiagudos, esta cadena montañosa vigila toda la costa salpicada de grandes resorts, yates, ensenadas, playas y la enorme terraza coralina de la laguna que la rodea. Moorea significa “lagarto dorado” y, según la leyenda, fue este animal el que partió en dos con su cola las dos famosas bahías localizadas al norte de la isla, llamadas Opunohu (al oeste) y Cook (al este).

Para contemplar el conjunto de las dos entradas de agua, los turistas suben por un sendero hasta el Roto Nui.

A la bahía de Opunohu, al norte de la isla, llegó en 1777 el navegante, explorador y cartógrafo británico James Cook, durante sus famosos viajes por el Pacífico.

Pleno disfrute
Apenas 17 kilómetros al noroeste de Tahití, la isla de Moorea es un visitado centro turístico de la Polinesia Francesa. Si se le observa desde arriba, es notoria la forma de estrella que le dan los ocho valles de su geografía y la laguna que la rodea completamente.

¿Alguna vez quiso vivir la experiencia de dormir en el mar? Los palafitos modernos de algunos complejos hoteleros, levantados sobre la terraza coralina, se adentran en el agua salada y proporcionan esta sensación. Para divertirse, además de tomar el sol, practicar golf, subir al Roto Nui, hacer senderismo y disfrutar de los deportes acuáticos, los turistas disfrutan de paseos por la laguna para alimentar a los peces.

La isla tiene una superficie de 133,5 kilómetros cuadrados y no todo es turismo en ella, pues también hay cultivos de frutas. La iglesia católica del pueblo también resulta un atractivo turístico para los visitantes.

¿Cómo llegar?
Se hace desde Tahití, en transbordador o embarcaciones privadas. Como están muy cerca, el viaje solo toma entre cinco y ocho minutos.

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