Plácido Domingo, el incansable

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El gran tenor Enrico Caruso dio voz a aproximadamente 60 personajes; la renombrada diva Maria Callas, apenas a 50. Renée Fleming, la soprano más famosa de la actualidad, dice que ha interpretado aproximadamente a 55.

Pero Plácido Domingo los ha superado a todos. Este 23 de agosto, cuando aparezca en el escenario para participar en Los pescadores de perlas, de Bizet, en una función del Festival de Salzburgo en Austria, Domingo alcanzará un récord prácticamente inaudito en la historia de la ópera: dará vida a su personaje número 150.

“Si analizamos la historia de los cantantes de ópera, él está muy alejado del resto”, dijo Joseph Volpe, exdirector general de la Ópera Metropolitana de Nueva York, también conocida como la Met o la Metropolitan. “Si alguna vez ha habido un gigante en alguna industria, ese ha sido Plácido Domingo. Es incomparable”.

Ahora, a sus 77 años, ha superado por mucho la edad de jubilación de la mayoría de los cantantes, Domingo ha actuado aproximadamente cuatro mil veces a lo largo de su carrera de seis décadas, ha grabado más de cien discos, se ha hecho famoso por ser uno de los Tres Tenores y ha aparecido en programas como Plaza Sésamo y Los Simpson. Ha añadido ávidamente participaciones a su repertorio y ha elegido personajes que se ajustan a su voz cambiante, además de que se ha convertido en un prominente director de orquesta y de compañías artísticas.

La resiliencia de Domingo ha tenido sus detractores. Desde la década de los setenta, le sugirieron bajar el ritmo o enfrentar el riesgo de un agotamiento extremo. (En un artículo publicado en The New York Times Magazine en 1972, Callas le dijo: “Cantas demasiado”). Cuando se acercaba a los 60 años, y luego a los 70, los críticos y sus pares le sugirieron en repetidas ocasiones que se retirara con dignidad.

Nada lo ha detenido. “Cuando descanso, me oxido”, afirmó en una entrevista por correo electrónico, y cuando sus notas agudas de tenor comenzaron a fallar, cambió a personajes barítonos. En el debut de Domingo con su personaje número 149, como el barítono Miller en la ópera Luisa Miller, de Verdi, que se presentó en la Met el año pasado, se agotaron las entradas, como sucede con la mayoría de sus presentaciones en todo el mundo, y fue sumamente alabado.

Domingo y Sonya Yoncheva en “Luisa Miller” de Verdi en la Ópera Metropolitana de Nueva York a principios del año pasado CreditSara Krulwich/The New York Times

Peter Gelb, el director general de la Ópera Metropolitana, comentó que las recientes apariciones de Domingo con la compañía han mostrado que las personas no han perdido el gusto por sus interpretaciones.

“Es una leyenda”, dijo Gelb. “Si eres fanático del béisbol, ¿acaso no te gustaría ver a Babe Ruth en los últimos días de su carrera? Y, al igual que Babe Ruth, Domingo ha cumplido a cabalidad”.

Plácido Domingo, quien nació en España y se mudó a México con sus padres, cantantes de zarzuela, cuando era niño, saltó a la fama luego de lo que él considera su debut como artista en Rigoletto, de Verdi, en Ciudad de México en 1959. Al cabo de una década, llegó a la Met de forma inesperada, para suplir a un convaleciente Franco Corelli en Adriana Lecouvreur, de Cilea, junto a Renata Tebaldi.

Domingo y Renata Tebaldi en su sorpresivo debut en la Ópera Metropolitana, en “Adriana Lecouvreur” de Cilea, en 1968CreditÓpera Metropolitana de Nueva York

“A medida que avanzaba la función”, dijo Volpe, quien hace cincuenta años trabajaba como carpintero en el Met, “todo el mundo se dio cuenta de que estaba presenciando una ejecución que pasaría a la historia. No había duda de ello”.

A partir de ahí, Domingo abordó con destreza nuevos personajes y probó estilos operísticos diferentes, desde la densidad wagneriana hasta la ligereza del bel canto. Entre sus papeles más distintivos se encuentra Otelo, de Verdi; Fleming, quien interpretó a Desdémona a su lado en la década de los noventa, afirmó que cuando se suponía que debía fingir estar muerta en el escenario, las “lágrimas recorrieron su rostro” ante la belleza de su voz.

El público llegó a conocerlo como uno de los Tres Tenores, junto con Luciano Pavarotti y José Carreras. Su primer disco juntos es uno de los álbumes de música clásica más vendidos de todos los tiempos. Los niños lo vieron en Plaza Sésamo, donde apareció junto a un ave cantora llamada Plácido Flamingo (Plácido Flamenco).

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Domingo se convirtió en un sueño que casi nunca se hace realidad para una compañía operística: un artista fácilmente redituable. Gelb señaló que Plácido Domingo no oculta el hecho de que sigue agotando las entradas para las cuatro mil butacas del teatro.

Domingo besando a su esposa, Marta, antes de una representación de «Otelo» en la Ópera Metropolitana en 1979 CreditSara Krulwich/The New York Times

Helga Rabl-Stadler, presidenta del Festival de Salzburgo, aseguró que no había dudado en invitar a Domingo este verano para que debutara como Zurga en Los pescadores de perlas, una ópera en la que ya ha había participado como cantante (como Nadir, un personaje tenor), pero también como director. Ya está un poco grande para el personaje, pero Rabl-Stadler dijo que “es tan bien parecido que jamás piensas en su edad; es sumamente seductor en el escenario”.

Domingo comenta que ha pasado el verano preparándose para el personaje, al igual que para su reciente debut como director en el Festival de Bayreuth en Alemania, el cual le valió críticas muy negativas por La valquiria de Wagner. Para estudiar el papel de Zurga, primero tocó la ópera en el piano hasta que se la aprendió de memoria.

“Puedo decir que ahora es mucho más difícil memorizar textos y música de lo que era hace treinta, cuarenta o cincuenta años”, dijo. “Pero no dejaré que eso me detenga”.

No es sino hasta que internaliza la banda sonora que comienza a cantar en serio. Según dice, esto le ha ayudado a lo largo de su carrera a conservar su voz y su energía. (Agregó que entre sus otros hábitos no hay nada fuera de lo normal: dormir, beber alcohol solo ocasionalmente y tener una dieta balanceada sin muchos dulces, que le encantan). Tampoco habla mucho el día previo a una presentación.

En la próxima temporada, planea dar a conocer su personaje número 151 en la ópera El gato montés, de Manuel Moreno Penella, en la Ópera de los Ángeles, donde es el director general. Acaba de sacar un nuevo disco con el joven guitarrista español Pablo Sáinz Villegas y su regreso a la Met está programado para noviembre, cuando dará vida a Gianni Schicchi, de Puccini, para conmemorar el quincuagésimo aniversario de su debut en ese recinto.

Después de eso, ¿quién sabe? La ópera es un arte que por lo regular se planea con cinco años de anticipación, pero reservar fechas para Domingo tiene sus riesgos. Por eso Gelb mantiene la agenda de la Met un tanto flexible para Plácido.

“Yo mantengo las opciones abiertas para él, lo que significa que en ocasiones tengo que hacer cambios en otras cosas”, dijo Gelb, y agregó que Domingo le ha asegurado que le avisará cuando sea momento de parar.

Por su parte, para Plácido Domingo el canto sigue siendo medular en su vida. “Quiero continuar cantando”, dijo, “siempre y cuando pueda seguir haciéndolo bien”.

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