Este es New Glenn, el cohete de Jeff Bezos que algún día podría llevarte al espacio

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Los cohetes, que se llaman New Glenn en memoria de John Glenn, el primer estadounidense que orbitó la Tierra, son casi tan grandes como el cohete Saturno V que usó la NASA de 1966 a 1973.

Blue Origin, la reservada empresa espacial que creó Jeffrey P. Bezos, ofreció esta semana una vistazo al nuevo diseño de su cohete y, por extensión, a sus ambiciones de hacer los viajes espaciales más frecuentes y económicos.

Tanto el cohete como la ambición parecen ser muy grandes.

Los cohetes llamados New Glenn, por el primer estadounidense en orbitar la Tierra, John Glenn, son casi tan grandes como el cohete Saturno V que utilizó la NASA de 1966 a 1973, antes de que se comenzaran a construir cohetes más pequeños. La versión de dos pisos que podría aventurarse a ir hasta la órbita baja de la tierra medirá 82 metros de alto, y la versión de tres pisos que podría volar fuera de la órbita terrestre será de 95 metros de altura. Cada una de las dos versiones tendrá un diámetro de siete metros y siete motores BE-4, los cuales también desarrolla Blue Origin, que les dará un impulso de 17,12 millones de newtons (unidad en la que se mide la fuerza).

Blue Origin planea que el primer cohete despegue desde el Complejo de Lanzamiento 36 de Cabo Cañaveral, Florida, antes de que termine esta década.

“Nuestra visión es que millones de personas vivan y trabajen en el espacio, y New Glenn es un paso muy importante”, dijo Bezos, el multimillonario fundador de Amazon, en una actualización informativa enviada por correo electrónico.

Al ser una empresa privada, Blue Origin podría enviar turistas acaudalados al espacio, colocar en órbita satélites comerciales y proporcionar la tecnología necesaria para que la NASA regrese a la luna, así como a Marte y más allá.

Perfeccionar la tecnología de cohetes reutilizables, que es la que tendrían los nuevos New Glenn, podría impactar profundamente en el costo y la frecuencia de los viajes al espacio. Imaginen lo caro que sería un vuelo de Nueva York a Londres si las aerolíneas construyeran un nuevo jet 747 por trayecto y los desecharan después de haberlos usado una sola vez. Este es de hecho el modelo actual de la industria espacial: los cohetes suelen estrellarse de regreso en la Tierra después de haber agotado su combustible, y los costos exorbitantes de cada viaje afectan la periodicidad con que se realizan.

“La reutilización cambia las reglas del juego totalmente”, opinó Charles Miller, el presidente de NexGen Space L.L.C., una consultoría de políticas públicas y del espacio. “Estaría al nivel de la transición de navegar con velas a usar motores de vapor, o de andar a caballo a viajar en automóvil”.

En noviembre, Blue Origin hizo el primer lanzamiento de su cohete reutilizable New Shepard en el oeste de Texas, y envió una cápsula que eventualmente podría llevar pasajeros que paguen el viaje a una altura de 329.839 pies, a unos metros de la línea de 100 kilómetros que es considerada el comienzo del espacio exterior.

Antes de que se anunciara el lunes que New Glenn sería el nombre del cohete, Bezos, el propietario de The Washington Post, se había referido a este como el “grandísimo hermano”.

Miller —un exasesor en jefe de la NASA que había supuesto que el cohete sería grande, pero que tendría cinco motores, no siete— señaló que las grandes dimensiones de New Glenn sugieren que la empresa buscaría reducir el costo del turismo espacial al ofrecer más asientos en los vuelos.

En marzo, Bezos dijo que los turistas ya podrían hacer viajes cortos al espacio este 2018 en la nave espacial New Shepard, para experimentar algunos minutos de ausencia de gravedad. La vivencia estaría reservada sin lugar a dudas para los más ricos, por lo menos en sus inicios, pero Bezos aseguró que era necesario ganar experiencia y desarrollar aún más la tecnología.

Aunque la empresa se registró en 2000, Bezos no dejó que los reporteros ingresaran a su cuartel principal en Kent, Washington, sino hasta marzo de este año. En septiembre de 2015, Blue Origin declaró que invertiría 200 millones de dólares y crearía 330 empleos cuando rentara un complejo de lanzamiento en la Estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral.

Miller opinó que, si se cumplía el sueño de los viajes espaciales económicos, esto tendría un impacto importante en la vida en la Tierra. En el mejor de los casos, tener la capacidad de enviar satélites de manera más sencilla podría provocar que hubiera internet de banda ancha en todo el mundo, una mejor predicción del clima, monitoreo de fuentes de carbono y cosecha de energía solar.

Para Estados Unidos podría tener repercusiones en la seguridad nacional, dijo Miller. La posibilidad de destruir satélites estadounidenses que proporcionan vigilancia y guían misiles es una desventaja en la actualidad, pero sería menos probable que fueran blancos de los enemigos si se pudieran remplazar rápidamente.

Y la NASA seguramente sería un cliente, ya que usaría los cohetes New Glenn para misiones futuras.

“Con este vehículo será más sencillo ir a Marte”, aseguró Miller.

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