Policía española busca al sospechoso del ataque en Barcelona

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La policía española colocó el domingo docenas de controles de carreteras en el nordeste del país para buscar al supuesto conductor de la camioneta que embistió contra los peatones en Barcelona.

Younes Abouyaaquoub, un marroquí de 22 años, es sospechoso de haber perpetrado el ataque del jueves, que dejó tres muertos y unos 120 heridos. Otro ataque horas más tarde dejó un muerto y varios heridos en la localidad costera de Cambrils.

Las autoridades señalaron que los dos ataques fueron obra de una gran célula terrorista que llevaba mucho tiempo preparándolos desde una casa que habían ocupado en Alcanar, un municipio tranquilo cerca de Barcelona. El grupo EI ha reivindicado los dos atentados.

Las pesquisas también se centraban en un imán desaparecido que la policía cree podría haber muerto en una gran explosión en una casa el pasado miércoles. Los investigadores creen que Abdelbaki Es Satty radicalizó a los jóvenes que formaban la célula extremista, que podrían haber hecho estallar de forma accidental una vivienda en la localidad costera de Alcanar con el material explosivo que estaban reuniendo.

Es Satty dejó de improviso su trabajo en la mezquita de Ripoll y no se le ha visto desde entonces.

Su antigua mezquita condenó los ataques y familiares desconsolados marcharon el sábado a una plaza de Ripoll, donde negaron entre lágrimas haber tenido cualquier conocimiento de que sus hermanos e hijos tuvieran planes radicales.

La madre de Abouyaaquoub dijo que también había desaparecido el hermano menor del sospechoso, al igual que el hermano pequeño de uno de los cinco radicales abatidos el viernes por la policía durante un ataque en la localidad turística de Cambrils, en el que murió un peatón.

El rey Felipe VI y la reina Letizia; el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy; el presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont y otros representantes de las autoridades locales acudieron el domingo a una misa en memoria de las víctimas.

El arzobispo de Barcelona, el cardenal Joan Josep Omella, dijo que la presencia de tanta gente era un “hermoso mosaico” de unidad y pidió a todos que trabajaran en el objetivo común de “la paz, el respeto, la convivencia fraterna, el amor solidario”.

Todos los miembros del grupo de los que se tiene noticia hasta ahora crecieron en Ripoll, una localidad serrana cercana a la frontera con Francia y 100 kilómetros (62 millas) al norte de Barcelona. La policía española allanó nueve casas en Ripoll, incluida la de Es Satty, y colocó controles de carretera. Del otro lado de los Pirineos, la policía de Francia realizó inspecciones fronterizas adicionales para las personas procedentes de España.

Vecinos, familiares e incluso el alcalde de Ripoll expresaron su sorpresa ante la noticia de la supuesta participación de los jóvenes, a quienes todos describieron como personas integradas que hablaban español y catalán y tenían amigos de todos los entornos.

Pese a que Abouyaaquoub sigue prófugo, el ministro del Interior de España, Juan Ignacio Zoido, declaró el sábado que la célula fue “desmantelada”. Además de las cinco personas a las que mató la policía, cuatro más estaban detenidas y una o dos murieron el miércoles en una explosión en una casa. Afirmó que no había amenaza inminente de un nuevo ataque.

La policía también realizó el sábado una serie de explosiones controladas en la localidad de Alcanar, al sur de Barcelona. En un principio se creía que sólo una persona había muerto en la explosión que destruyó una casa en la población, pero las autoridades dijeron que se estaban haciendo pruebas de ADN para determinar si los restos humanos que se localizaron el viernes en el lugar pertenecían a una segunda víctima.

Un funcionario de la policía, que habló bajo condición de anonimato para poder declarar sobre los allanamientos, dijo que los investigadores creen que los restos podrían pertenecer a Es Satty.

Entre las víctimas mortales había gente de todas las generaciones, de los 3 a los 80 años.

Uno de ellos era el canadiense Ian Moore Wilson, de 53 años, según confirmó el domingo la policía de Vancouver. Su esposa, Valerie, resultó herida.

Su hija Fiona Wilson describió a su padre como un viajero aventurero y dio las gracias a las personas que le ayudaron en sus últimos momentos y consiguieron ayuda para su madre.

“En medio de esta tragedia, mi padre habría querido que las personas de su entorno se centraran en los actos extraordinarios de bondad humana que ha experimentado nuestra familia en los últimos días, y eso es exactamente lo que pensamos hacer”, indicó en un comunicado.

El sábado por la tarde quedaban 53 heridos del ataque en el hospital, según el servicio catalán de emergencias. Trece de ellos se encontraban en estado grave.

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