Van Gogh, esa luz en el arte que nunca se apaga

“Van Gogh, en la puerta de la eternidad”, dirigido por Julian Schnabel y protagonizada magistralmente por Willem Dafoe, bucea en la tortuosa vida del artista desde una mirada plena de matices

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kinopoisk.ru

¿Qué ideas ominosas habitaron cuerpo y alma de Vincent Van Gogh? ¿Qué oscuras encrucijadas lo dejaron entre las cuerdas? Y, sobre todo, qué significó el arte en su vida. Esto es lo que se propone indagar Van Gogh en la puerta de la eternidad, el filme dirigido por Julian Schnabel y protagonizado por Willem Dafoe, que en Argentina se estrena el 4 de abril. El avant-première se realizó en la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes.

Dafoe se pone en la piel de Van Gogh con tanta potencia y empatía que luego de ver este filme –y ya hubo muchos sobre el gran pintor holandés– uno no puede imaginárselo con otra mirada –azul acuosa, dolorida, insondable– que la del gran actor norteamericano, que por esta magnífica interpretación estuvo nominado al Premio Oscar como Mejor Actor.

Si bien la película se basa en las cartas, la biografía y la historia del genial artista, Schnabel, que además es artista plástico, sumó la ficción: «El Van Gogh que se ve en la película –dice– surge directamente de mi respuesta personal a sus pinturas, no sólo de lo que la gente ha escrito sobre él».

El filme se propone –y lo consigue con destreza, hay que decirlo– bucear en la tortuosa vida del artista, cuando en 1886 decidió abandonar París para refugiarse en Arlés y Auvers-Sur-Oise (Francia). Temblorosa y zigzagueante, la cámara acompaña su ánimo convulsionado, por momentos confuso. Pobre y ya con estallidos de alienación, mientras ante sus ojos la vida devino encrucijada fatal, en este período creó algunas de sus obras más fascinantes. Lo eterno –en la capacidad de la pintura de inmortalizar lo perenne, por dar un ejemplo–, así como en alusiones ligadas con lo divino y la naturaleza, desatan reflexiones agudas, imperdibles. Nada más contaremos de esta película que llega al hueso del gran artista holandés como quizás no lo haya logrado otra antes.

Hoy, Van Gogh sigue desatando conjeturas: su mito nunca dejó de crecer. Hijo de un ministro protestante, tuvo tres hermanas y dos hermanos. A los 11 años lo enviaron a un internado; luego, cursó un par de años la escuela secundaria y la abandonó para siempre.

Van Gogh, el Cristo de la mina de carbón

Desde 1875, cuando se fue a París, Van Gogh cultivó cada vez más su pasión religiosa: sus cartas a Theo, su hermano menor, están llenas de citas bíblicas, relatos de los servicios religiosos y sermones. Con 24 años, decidió que lo suyo era la teología. Pasó un año en Amsterdam con un tío que era ministro: la idea era preparar el examen de ingreso con él. Pero su tío consideró que no tenía suficiente disciplina y le recomendó que abandonase la idea. Pero su desinterés por el estudio metódico no opacó su devoción religiosa: viajó a Bélgica para trabajar en una misión como predicador laico, en la región minera de Borinage, donde leyó la Biblia, enseñó y visitó enfermos.

«Es un lugar sombrío, y a primera vista, todo lo que lo rodea tiene algo triste y mortal. Los trabajadores suelen ser personas demacradas y pálidas debido a la fiebre, parecen cansadas, golpeadas por el clima y prematuramente viejas; las mujeres generalmente tienen un aspecto marchito», le escribió a Theo, en abril de 1879.

En Borinage, Vincent se despojó de todas sus pertenencias, vivió con los mineros y sus familias, compartió su pobreza, durmió en el suelo. Su entrega fue tan generosa que en esa región lo llamaron El Cristo de la mina de carbón. A pesar de su actitud, como no logró establecer una comunidad de fieles, no le renovaron el contrato.

Salto al arte

La prolífica correspondencia entre Vincent y Theo, de la que se conservan 652 cartas, comenzó en 1872 y siguió hasta su muerte, en 1890: la última fue hallada en su bolsillo el día que murió. Las misivas son extensas, francas, profundas.

«Veo que te interesas por el arte y eso, viejo, está muy bien. Me hace feliz que te guste Millet, Schreyer, Lambinet, Frans Hals, etc. Porque como dice Mauve, eso es algo. Sí, el cuadro de Millet El ángelus de tarde es algo, es magnífico, es poesía. Cómo me gustaría seguir hablando de arte contigo, pero para eso bastará con que nos escribamos a menudo. Encuentra bello todo lo que puedas porque la mayoría no encuentra suficiente belleza», le escribió Vincent a su hermano.

Vincent y Theo Van Gogh (Rupert Friend)

Las cartas, de las que solo se conservan las escritas por Vincent gracias a que Theo las guardó, estaban escritas en holandés y francés y, además, incluían pequeños bocetos y dibujos. Al verlos, Theo le aconsejó que se concentrara en ellos. Desde ese momento, Theo fue su interlocutor privilegiado, su apoyo moral (con sus padres, la relación nunca fue buena). Luego, sería también su sostén económico. A principios de 1884, Van Gogh le propuso darle sus obras a cambio de la asignación que recibía, que siempre fue muy austera.

Theo no logró vender sus obras: Van Gogh jamás intuyó el éxito que alcanzarían sus pinturas. La pintura Retrato del Doctor Gachet fue subastada por 82,5 millones de dólares (1890) en el remate de Christie’s de mayo de 1990. Labourer dans un champ, que terminó de pintar en septiembre de 1889, un año antes de su muerte, se vendió por 81,3 millones de dólares.

“Labourer dans un champ” y “Retrato del Doctor Gachet”

Cartas que condensan una vida

La pregunta que se impone es qué sabríamos hoy de Van Gogh sin las cientos de cartas que iluminan su personalidad, y develan amores, frustraciones, miedos y pasiones.

En 1882, por dar un ejemplo, se enamoró de Sien Hoornik, su modelo y una ex prostituta. Alquiló un estudio para vivir con ella, que estaba embarazada, y con su hija. Theo no aprobó esa decisión, pero siguió apoyando financieramente a su hermano. Cuando la relación fracasó, le escribió a Theo contándole que sabía desde el principio que ella era un personaje arruinado, pero tenía la esperanza de que encontrara su eje.

“Sien acunando a un bebé”, de Van Gogh, colección privada

Con la influencia del arte moderno, sus obras en París devinieron luminosas, con colores fulgurantes y pinceladas cortas y expresivas. Incluyó nuevos temas como cafés y bulevares, el campo, bodegones con flores y retratos.

Dos potencias

Van Gogh alquiló cuatro habitaciones en la casa amarilla, en Place Lamartine: su idea era formar una comunidad de artistas para vivir, compartir el trabajo y potenciarse con la interacción mutua. Tanto anhelaba la llegada de Paul Gauguin, a quien había conocido y admiraba, que para recibirlo amuebló, pintó y llenó de pinturas con girasoles las paredes de la casa.

Pero la relación entre ambos artistas fue intensamente tormentosa, hecha a golpes de pinceladas de blancos y negros puros. Durante más de dos meses trabajaron juntos, debatieron, intercambiaron lienzos e ideas. Sus puntos de vista sobre arte eran muy diferentes y solían chocar. Frecuentes y pasionales, las discusiones terminaron por minar la relación.

Cuando Gauguin decidió irse, Van Gogh se angustió a tal punto que esa noche se cortó la oreja, la envolvió en papeles de diario y se la llevó a una prostituta. Luego, regresó a la casa amarilla y se durmió en un charco de sangre.

El filme también retrata la conflictiva relación con Paul Gauguin (Oscar Isaac)

Acompañado por Gauguin, Theo visitó a Vincent en el hospital. Unos meses después de recibir el alta, temiendo por su salud mental y sabiéndose víctima de sus propios actos, Vincent se internó voluntariamente en el hospital psiquiátrico de Saint-Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy. Su estado osciló: llegó a ingerir pintura al óleo. Cuando estuvo mejor pintó en el jardín de la institución y hasta le dieron un cuarto para montar su taller. Hizo más de un centenar de obras.

Siempre consciente de ese fantasma que lo habitaba, le escribió a Theo: «En cuanto a mí, mi salud es buena, y en cuanto a la cabeza, esperemos que sea una cuestión de tiempo y paciencia». Cuando le dieron de alta del hospital psiquiátrico en Saint-Rémy, se fue a al norte a Auvers-sur-Oise, donde vivía Paul Gachet, un médico que podía cuidarlo y contenerlo.

Hiper productivo, en este último período Van Gogh pintó a ritmo vertiginoso, como si sospechara su final trágico e inminente.

*Van Gogh en la puerta de la eternidad (dirigida por Julian Schnabel y protagonizada por Willem Dafoe)
Intérpretes: Emmanuelle Seigner (Sra. Ginoux), Mads Mikkelsen (Sacerdote), Mathieu Amalric (Doctor Paul Gachet), Niels Arestrup (Loco), Oscar Isaac (Paul Gauguin), Rupert Friend (Theo Van Gogh), Willem Dafoe (Vincent van Gogh)
Duración: 111 minutos
Estreno: 4 de abril

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